La comarca del Matarraña (Teruel), que toma el mismo nombre que el río que lo atraviesa y es un fundamental actor para moldear el paisaje de la zona, es una de esas regiones que reúne todos los elementos que solemos asociar con la bucólica vida de campo: tranquilidad, suaves colinas, rebaños, olor a hierba, olivos en flor, pueblos con encanto, ríos de aguas cristalinas, buena comida casera… No en vano la llaman «la Toscana española», donde sus paisajes provenzales hacen que te encuentres en un lugar donde el estrés desaparece dando paso a la relajación.
La historia de la comarca del Matarraña se remonta a la Edad del Bronce. Por esas tierras, ubicadas en zona fronteriza muy cerca de Cataluña y la Comunidad Valenciana, han pasado muchas culturas y todas ellas dejaron su huella. Sus pueblos conservan de tal forma su aire medieval que, al pasear por ellos, sentirás estar en otra época. La Fresnada, Ráfales, Valderrobles, Calaceite, Fuentespalda, Cretas o Becesite, son claros ejemplos de conservación arquitectónica, alguno de ellos incluidos en la Asociación de Pueblos más Bonitos de España.
A una distancia de 221 kilómetros de Barcelona y a 449 de Madrid, Matarraña es una escapada de esas que sorprende siendo, sin duda, uno de los espacios rurales con mayor encanto de la Península. Es el bucolismo en estado puro.
Si a estas alturas de la lectura ya estás convencido de visitar esta maravillosa comarca, solo queda recomendar el mejor lugar para descansar y reponer fuerzas. Una histórica masía del siglo XVIII, reconstruida y restaurada completamente en el término municipal de Monroyo, aunque se encuentra muy próxima a las localidades de Fuentespalda y Ráfales.
Hablamos de la recién inaugurada Torre del Marqués 5*, de la cadena Small Luxury Hotels of The World, un hotel que pretende alimentar los cinco sentidos de sus huéspedes.
Sus 18 habitaciones están orientadas para apreciar el hermoso paisaje, con una decoración que busca mimetizarse con la naturaleza que lo rodea. Desde su concepción es, además, un proyecto sostenible: el restaurante gastronómico utiliza productos ecológicos de los huertos y productores locales, y para la rehabilitación de la masía se utilizaron materiales de proximidad y técnicas de construcción artesanales, que contribuyen al ahorro de energía. Muros de Tapial creados a partir de argamasa de tierra y paja, suelos de yeso de Albarracín, alicatados de mármol de Macael y estructuras de pino de bosques ibéricos, en un ejemplo de economía circular. Se sustenta con energías renovables. Incluso su piscina exterior es de agua salada conserva una temperatura de 28ºC y se nutre de la energía generada de la poda del pinar de la finca a través de una caldera de biomasa.
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