¿Qué decir de Estambul que no se haya escrito ya?
La puerta que conecta y fusiona 2 mundos muy distintos: oriente y occidente, desprendiendo una energía que despierta sensaciones diferentes en cada uno de sus visitantes.
Para mi Estambul hay que descubrirla poquito a poco, en viajes cortos, con calma y mente abierta, descubriendo sus barrios uno a uno, disfrutando de la luz de cada una de las estaciones del año, sintiendo cómo la herencia de sus principales moradores (Bizancio, Constantinopla, Istambolin…) se funde en una mezcla cautivadora de creencias, sabores, religiones y costumbres.
Para quienes ya conocéis los lugares y monumentos imprescindibles y emblemáticos de la ciudad, propongo que en vuestra próxima escapada a Estambul os acerquéis hasta Eyüp, el barrio que aparece en “Aziyadé”, la novela de Julien Viaud. Antes de acabar el recorrido por este encantador y tradicional barrio, tomar un té contemplando el atardecer sobre el estuario es un regalo.
Perdeos por las laberínticas calles de Fanar y Balat. Pintorescas casas que os trasladarán a otros tiempos, atmósfera bohemia y decoración vintage de pequeños cafés, tiendas de antigüedades y libros de segunda mano… Como recompensa: las fotos más “instagramables”.
En el lado asiático encontraréis la zona más moderna de Estambul, Kadiköy, el barrio más alternativo, con obras de arte urbano en los muros de los edificios, en las escaleras, cafeterías hípster, locales underground, un vibrante paseo marítimo que os sorprenderá…
Mi lugar preferido: las islas Principe (9 islas, algunas deshabitadas). De ellas me atraparon las casas de influencia griega, el Monasterio de Hagia Yorgi y la sensación de que el tiempo se ha detenido. Los vehículos a motor no están permitidos, así que solo se puede recorrer la isla a pie, en bici o en coche de caballos. Caminos sin asfaltar que te llevan a playas frente a aguas cristalinas, bosques o cimas con vistas impresionantes. ¿Sabíais que Leon Trotski vivió unos años exiliado en una de estas islas?
Estambul, una ciudad a la que regresar una vez por cada uno de los nombres que ha recibido a lo largo de su historia.
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