(Bodrum • Turquía)
Las aguas turquesas del mar Egeo bañan la playa privada de guijarros de Amanruya (sueño pacífico), mientras los bosques de pinos centenarios perfuman el aire. Situado entre olivares y cipreses en la tranquila costa norte de la península turca de Bodrum, este resort construido a semejanza de un pueblo tradicional ofrece mucho espacio y grandes dosis de privacidad entre sus 35 Pavilions independientes, todos con piscina privada.
Construidos en piedra y madera de la región, los Pavilions varían entre vistas a los jardines o al mar. Al abrigo de un tejado de terracota, cada Pavilion está rodeado de jardines sombreados con pérgolas y piscinas privadas. En el interior, las frescas paredes blancas y los suelos de mármol se acompañan de toques de inspiración otomana, como vigas oscuras, braseros de carbón y kilims.
La variedad de microclimas de Turquía hace que el país sea un auténtico festín de productos frescos con los que los chefs de Amanruya elaboran un menú de temporada que combina las cocinas turca y occidental. El pan casero y los platos informales de meze son ideales para comer en sus restaurantes, en la intimidad de la villa o para hacer picnic durante una excursión.
Bodrum es un destino turístico de primer orden en la costa turca, pero Amanruya es un oasis de paz y tranquilidad en medio del frenético ir y venir de turistas. Ubicado a poco más de media hora del aeropuerto de Milas-Bodrum, al que llegamos en vuelo diario de Turkish Airlines desde Barcelona, Madrid, Bilbao, Málaga o Valencia, previa escala en Estambul, la llegada a Amanruya nos transporta de inmediato a un Mediterráneo de mediados del siglo XX, con su aire de pueblo tracio y sus escondidas calas de aguas cristalinas a orillas de exuberantes pinares y olivares.
Para quien quiere algo de acción, buenos restaurantes e incluso un centro comercial de primer orden, la moderna marina de Yalikavak está a solo media hora de coche, el mismo tiempo que se tarda en alcanzar el centro histórico de Bodrum.
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